Real Time Web Analytics Bruselas10: febrero 2012

martes, 21 de febrero de 2012

En Grecia, al enemigo lo tienen dentro


Los socios meridionales del euro han sufrido por la indecisión de Grecia

Por fin ha habido acuerdo sobre el segundo paquete  de rescate de Grecia. Lo han cerrado esta madrugada los ministros del Eurogrupo, reunidos en Bruselas con representantes del FMI, el Banco Central Europeo y la banca privada que adquirió bonos griegos en su día, y que va a tener que contribuir al saneamiento de las cuentas del país con una quita del 53,5%. Se traduce esta, en términos reales, en un 70%, según una nota hecha pública por el comité de acreedores privados de Grecia. Entre nuevos créditos y quita, la operación alcanza 237.000 millones de euros, 39,4 billones de las antiguas pesetas, que se suman a los 110.000 millones (18,3 billones de aquellas pesetas), ya comprometidos y entregados en el primer plan de rescate, acordado en mayo de 2010. Y se dice ahora que el país podría requerir otros 50.000 millones en 2014. 

Se trata, sin duda, de una noticia muy importante, pues el acuerdo va a cerrar un frente borrascoso cuyas influencias perniciosas se dejaban sentir en toda Europa y aún más allá. Salvo obstáculos artificiales de nuevo cuño (estoy pensando en alarmas gratuitas de las agencias de calificación de riesgo y otras maniobras sucias del género), la crisis de la deuda debería entrar ahora en un proceso de apaciguamiento, primero, y de disolución después.

La operación financiera aprobada esta madrugada conlleva una reducción de la deuda griega de 107.000 millones de euros, un volumen este sin precedentes en la historia moderna de la financiación de países, que supera la experiencia de Argentina. Se trata de una respuesta extremadamente sólida de Europa a la crisis de uno de sus socios, a pesar de que el problema se lo ha creado él mismo, y de que, consciente de su existencia, lo negó y ocultó con engaños a la Comisión y a sus compañeros de la Unión Monetaria.

Las autoridades griegas, como contraprestación a estas ayudas que salvan al país de la bancarrota, van a tener que transigir con la presencia de una delegación permanente de la troika en Atenas, que se va a encargar de supervisar el uso que se haga de estos fondos. No es una humillación gratuita: los socios europeos no se fían de Grecia y los contribuyentes, que hacen posible este paquete de ayudas con sus impuestos,  reclaman garantías de que no habrá malversaciones con ellas. Por lo demás, no se trata de un fenómeno nuevo: los acreedores de Grecia, esencialmente Alemania, Francia y el Reino Unido, recurrieron a esta figura a finales del XIX, cuando el país entró en quiebra y tuvo que ser rescatado. Los representantes permanentes de aquella troika permanecieron en Atenas entre 1897 y 1936.

La decisión de hoy del Eurogrupo y de los acreedores privados no resuelve los problemas que la crisis ha ocasionado a los griegos. En realidad,  al país y a sus ciudadanos les esperan largos años de sacrificios, antes de que comiencen a recuperar las posiciones perdidas. Para ello, además, deberán edificar una sociedad basada en los estándares de sus pares europeos, que en buena medida no aplican, a pesar de beneficiarse ampliamente de las ventajas que le reporta su permanencia en la UE.

Grecia es el ejemplo de lo que un país no se puede permitir. Varias generaciones de políticos mediocres y corruptos han llevado a la nación a la ruina. Las pequeñas y grandes lenidades cotidianas han levantado una montaña de costosos disparates que las instituciones internacionales tienen que demoler en pocas semanas, con todo lo que eso supone. El adelgazamiento forzado de un Estado es lo que estamos viendo estos días en Grecia: despidos de funcionarios, desaparición de servicios, recortes en educación y sanidad, abolición de privilegios injustificables en una sociedad moderna, y todo ello sin miramientos, es lo que cabe esperar cuando son otros los que tienen que hacer en pocos días los deberes que tú has esquivado tanto tiempo. Un informe sobre el uso dado a los 360.000 millones de euros de deuda acumulados por Grecia estos 30 últimos años, publicado en Francia y citado por Le Figaro, revela que, en su mayor parte, ese dinero ha sido empleado en gastos corrientes. De 258.500 millones de deuda que el Estado acumuló en 20 años, 225.000 correspondían a intereses y 33.000 a déficit presupuestario “primario” (el constatado antes del abono de intereses de la deuda), lo que quiere decir que Grecia se endeudó imprudentemente para financiar un prodigioso desequilibrio entre ingresos y gastos. ¿Cuáles? Pues miren: por ejemplo, entre 1976 y 2009 el número de funcionarios públicos aumentó en un 150%, cuando en el sector privado crecía un 34% en el mismo periodo. Y los salarios crecieron también mucho más rápido en el sector público que en el privado: el 118% el de los funcionarios entre 1995 y 2006, que fue del 157% en las empresas públicas, frente al 82% experimentado en el sector privado.

Los griegos indignados que salen a la calle estos días y queman edificios deberían ser conscientes de que su enemigo no es Europa, que les ha arreglado una muy complicada operación de refinanciación de deuda  y forzado una quita muy importante de sus acreedores privados. Al enemigo lo tienen en casa. 

sábado, 18 de febrero de 2012

Medicina soviética con medios americanos

El gasto sanitario por habitante está disparado. (Pinche en el gráfico para desplegarlo)


Mi “post” precedente sobre la prolongación de la vida activa de los trabajadores era muy extenso y me quedé con las ganas de abordar otro aspecto de la cuestión que, aunque tangencial, tiene una incidencia directa en el argumento económico de fondo, sobre el que se sustenta la martingala esa de que la gente tiene que trabajar más tiempo para no depender mucho tiempo del sistema público de pensiones, porque terminaría por asfixiarlo. Me refiero al costo de la atención sanitaria.

Yo no alcanzo a comprender la razón de que los gastos médicos por habitante, en las naciones desarrolladas, experimenten la deriva absolutamente disparatada que nos indican las estadísticas. En España, por ejemplo, el gasto sanitario total per cápita creció un 4 por ciento de media anual entre 2005 y 2009, según las últimas cifras de la OCDE disponibles, que les adjunto. Y Eurostat, el servicio estadístico de la UE, nos cuenta que el gasto total en salud por habitante (las otras cifras que acompañan este trabajo) creció  en España un disparatado 43,9 por ciento, esta vez entre 2003 y 2009. Más del doble que la inflación oficial, que experimentó un 19,3 por ciento de subida en ese periodo, (deflactor de Eurostat), en el que el conjunto de la UE registró un incremento del precio de la vida del 15,4 por ciento, cuatro puntos regalados por nuestro país a la competitividad de nuestros socios europeos. Luego dicen que no hay manera de contener el paro.

El gasto sanitario en los países desarrollados crece exponencialmente. ¿Por qué? Yo soy incapaz de responder a esa pregunta. La he formulado decenas de veces durante los últimos años de mi vida profesional activa (mejor debería decir remunerada) y no he recibido respuestas, o las que me han sido dadas no eran otra cosa que evasivas: que si el costo de las máquinas, que si el material sanitario, que si los gastos de personal…

Pues el hecho es que España ha pasado de gastar 1.475 euros por persona y año en atenciones de salud, a 2.122,3 en 2009. Y en 2012 discutimos del copago, cuando estamos muy lejos de los 3.888 euros que Francia dedica a gasto sanitario por habitante, de los 3.416,43 belgas, por no hablar de los 4.469 de Dinamarca o los 5.426 de Estados Unidos. (La estadística comprende todos los orígenes de gasto sanitario, tanto públicos como privados)

Todas estas cifras son relevantes porque de la misma manera que la práctica totalidad de la clase política nos está diciendo estos últimos meses que tenemos que renunciar a la jubilación a los 65 años, parte de esa misma clase política puede discutir –lo está haciendo ya-, el margen de financiación admisible para los recursos presupuestarios públicos en los cuidados médicos. Existen dos caras para esta moneda: la de los avances de la ciencia, que progresa cada vez más en el alargamiento de la vida (a un costo que no suele ser discutido por los poderes públicos) y la de los gerentes de las instalaciones de prestación de servicios sanitarios, que trabajan con ciertas limitaciones presupuestarias. En Canadá, por ejemplo, me cuentan quienes tienen la obligación de saberlo que los hospitales se han marcado un límite de gasto público en el tratamiento de ciertos cánceres muy difíciles de curar. El límite es de 100.000 dólares canadienses por paciente, lo que arroja un margen de 76.341,6 euros en gasto por enfermo, al cambio actual.

En España hay varios tratamientos contra el cáncer que se imparten gratuitamente, y que superan en pocos días un costo de 150.000 euros.

En algún momento, la moneda de la que les hablaba antes va a caer de canto y serán visibles, al mismo tiempo, el haz y su envés.

La sociedad tiene que estar preparada para afrontar ese debate. Sería ignominioso que a la gente se le negara un tratamiento curativo, en medio de una discusión sesgada sobre la eutanasia. Antes de llegar a estos extremos, la sociedad debería exigir un mayor control del gasto sanitario; explicaciones de por qué el material médico tiene costos variables según hospitales y países; garantías de que no se derrocha; discutir el costo de los aprovisionamientos; cuestionar a las multinacionales que fabrican los dispositivos increíblemente costosos que se utilizan en las modernas terapias… Es decir, lo que no se hace.

Existe un valor admitido entre el personal sanitario de alto nivel en España. Las cosas dicen, no pueden seguir así; no se puede hacer medicina “a la soviética” con medios americanos. Y no se puede continuar alimentando el monstruoso déficit del modelo con una gestión deplorable, como las noticias que los medios nos ofrecen estos días, sobre tratamientos costosos pero inútiles y material caro, además de tóxico, demuestran. Que lo del “céntimo sanitario” es una mala gracieja, ante la realidad de un monstruo, la Seguridad Social, que sopla a diario por el cuerno de la abundancia con gran fruición.

Las estadísticas de la OCDE están aquí: http://www.scribd.com/doc/82019351

jueves, 16 de febrero de 2012

Morir con las botas puestas

La mejora de las expectativas de vida ha sido espectacular

Bueno, pues la Comisión europea ya ha puesto sobre la mesa el Libro Blanco sobre las pensiones. Dice que no pretende fijar nuevos umbrales para la edad de jubilación, materia sobre la que carece de competencias, sino "crear más oportunidades para la gente que es capad de permanecer más tiempo en el mercado de trabajo". Cuánta sutileza.


La realidad es que la reforma de los sistemas públicos de pensiones está en la mente de todos los responsables de gobierno de la UE desde hace ya muchos años. La constatación de que la gente vive más, mucho más tiempo que hace medio siglo, y que, al durar gozosamente más, esas personas pasan también muchos más años dependiendo del erario público, ha llevado a los dirigentes políticos  a plantearse insistentemente el retraso en la edad de jubilación. Lo decía con claridad meridiana anteayer el primer ministro belga, Elio di Rupo, cuando presentó su proyecto de reforma del sistema de pensiones: "cuando Bélgica puso en marcha su actual Seguridad Social, en los años 60, la esperanza de vida era dos años superior a la establecida para la jubilación", dijo.


La crisis económica ofrece un marco único para apretarle más las tuercas a la gente, y la edad oficial de jubilación se está retrasando (en Alemania, Reino Unido, España, Italia, Francia, Bélgica (en este caso la de prejubilación), hasta en los Estados Unidos.


No voy a criticar estas iniciativas. Sólo se me ocurre que los gobernantes, cuando tienen un problema que no saben resolver, lo que terminan haciendo es quitárselo de encima pasándoselo a sus administrados. Hoy, la Comisión ha puesto ruedas a las manifiestas voluntades gubernamentales europeas de quitarse de encima el problema de la mayor esperanza de vida de los administrados a cuenta del erario público, estructurando el debate con su Libro Blanco. 


A continuación les propongo un reportaje que publiqué en diciembre de 2008, previendo estos acontecimientos. A pesar de tener más de 3 años de antigüedad, lo que en él se dice está plenamente vigente.

MORIR CON LAS BOTAS PUESTAS


Es una martingala que se ha instalado en el discurso político hace ya unos años y que amenaza con quedarse: hay que retrasar la edad de jubilación.

No hay económetra que se precie, ni político responsable de las finanzas de cualquier Estado del bienestar que se tenga por tal, que no ponga el grito en el cielo cuando le preguntan por la sostenibilidad de los sistemas de pensiones públicas. El envejecimiento de la población, dicen, sumado a la escasa tasa de natalidad, amenaza con llevar el sistema a la quiebra. De ahí que la solución magistral que brota de esas mentes esclarecidas, a poco de darle vueltas a la cosa, sea que la gente continúe contribuyendo al sistema con sus cotizaciones, y que retrase el mayor tiempo posible el inicio de las percepciones. Lo dicho: que pague y que no cobre. Y lo de jubilarse, pues si es posible a los 70, mejor.

El problema estriba en que quienes aventan el envejecimiento de la población como causa de todos los males del sistema de pensiones (“vivimos más y estamos mejor cuidados”, te dicen sin el menor rubor), suelen ocultar que esos años que se viven de más en la hipermedicalizada (a costos exorbitantes) sociedad de nuestros días, no transcurren en buenas condiciones. Concretamente, en España, los hombres que cumplen 50 años tienen por delante una esperanza de vida de otros 29, pero sólo 19 de ellos (hasta los 69) transcurrirán en buenas condiciones de salud, según las estadísticas. Y las mujeres, cuya esperanza de vida es aún mayor (35 años al cumplir los 50), tienen un horizonte estadístico de buena salud aún menor que el de los hombres: poco más de dieciocho años y medio.

Son datos publicados por la prestigiosa revista médica británica The Lancet en su última edición, que están basados, a su vez, en un modelo puesto a punto por Eurostat, el servicio estadístico de la UE, para medir exactamente eso: en qué condiciones físicas viven los europeos la denominada tercera edad.

Las conclusiones del informe no son del todo acordes con la voluntad política de retrasarles a los ciudadanos el inicio de su dependencia del Estado. Si, por un casual, Europa decidiera situar en los 70 años la edad de jubilación, a los trabajadores de 20 de los socios de la Unión, los españoles incluidos, les programarían actividad laboral más allá del periodo de sus vidas en el que pueden aspirar a contar con buena salud. El cuadro adjunto, publicado por el Lancet y adaptado para EL CORREO, no deja lugar a dudas: sólo los varones en Dinamarca, Malta, Italia, Suecia y Holanda (Rumania y Bulgaria, miembros de la UE desde 2007, no están comprendidas en el análisis, que se fundamenta en datos disponibles en 2005) tiene a los 50 una perspectiva superior a 20 años en buenas condiciones de salud.

En el caso de las mujeres son más los socios europeos donde el horizonte de la buena salud se alarga más de 20 años: Dinamarca, Malta, Italia, Suecia y Holanda otra vez, como en el caso de los hombres, pero también Grecia, el Reino Unido, Irlanda y Polonia.

El Observatorio Europeo de Esperanzas de Salud, EHEMU en sus siglas inglesas, que es el que ha recopilado los datos sobre los que el Lancet ha efectuado sus previsiones, ahonda más en las condiciones de salud de los jubilados europeos. El informe correspondiente a España, que data de comienzos de este año, indica que la esperanza de vida de españoles y españolas están ligeramente por encima de la media europea (21,3 años ellas, a contar de los 65 en adelante y 17,3 la de ellos), pero de este tiempo menos de la mitad en el caso de las mujeres (el 43%) y algo más de ella en el de los hombres (el 56%), se disfrutan en plenitud de condiciones. En muy buena salud objetiva y sintiéndose, además, bien, (que son dos cosas distintas) las mujeres españolas sólo disfrutan de 5 años más allá de los 65 (5,8 los hombres). En condiciones razonables de buena salud las primeras tendrán otros 7,4 años y los segundos 6,2 y mal, o muy mal, transcurrirán casi los últimos 9 años de viva de las españolas y los 5,3 de los hombres (ver cuadros adjuntos).

Los españoles suelen vivir algo más de nueve años y medio después de la jubilación a los 65 años sin restricciones de movilidad, y las españolas poco más de 9 años. Sin morbidez crónica las cifras son parecidas: 8,6 años los hombres y 9,6 las mujeres, más allá de los 65.
En fin: que ese horizonte del estar para el derribo se sitúa invariablemente no mucho más tarde de los 65 años, aunque bastante antes de la edad de fallecimiento por dictado estadístico. (Las cifras correspondientes a este reportaje son medias)

Bien cierto es que en Europa son pocos los que se jubilan a los 65 años. Legalmente, sólo Francia tiene establecida la fecha para el final de la vida activa a los 60. Noruega y Corea la tienen fijada en los 67 años y los Estados Unidos la comenzaron a retrasar en 2000. Pretenden llegar a los 67 en 2022.

La realidad, sin embargo, es mucho menos severa. La edad media de jubilación en la UE-25 es de 61,8 años para los hombres y de 60,7 para las mujeres, Las cifras correspondientes a la UE-15 son 61,9 y 61,4, respectivamente, y las de España 62 y 62,8 (ver cuadro adjunto). En nuestro país, y por lo tanto, la gente deja de trabajar un poco más tarde que en la Europa rica, y la tasa de empleo de los hombres de edad avanzada (un 59,7%), es algo superior a la de la UE-15, que es de 54,3%.

Es decir, que en España la gente deja de trabajar más tarde que en los países de su entorno europeo próximo (excepción hecha de Portugal), y que hay más gente mayor trabajando que en la UE-15.
Eso de jubilarse más tarde de los 65 lo ha llegado a considerar hasta el mismísimo Consejo Europeo. El que se celebró en Bruselas en marzo de 2006 llegó a decir que “con el fin de hacer más atractivo para los trabajadores de mayor edad el hecho de seguir trabajando durante más tiempo, el Consejo Europeo subraya que deberían seguir aplicándose estrategias de envejecimiento activo. A este respecto, deberían estudiarse incentivos para la prolongación de la vida activa, la jubilación gradual, el trabajo a tiempo parcial, la mejora de la calidad en el trabajo, e incentivos selectivos para garantizar que la proporción de los trabajadores de más edad que participen en cursos de formación aumente más rápidamente que la de la población activa en su conjunto”.

Y el Parlamento europeo propuso el pasado día 20 alargar la edad de jubilación, aunque sobre base voluntaria, porque la población activa de la UE va a pasar de 227 millones de personas en 2005 a 183 millones en 2050.

Cuando, en la primera parte del siglo pasado, se definió la edad de los 65 años para la jubilación pagada (en Estados Unidos la norma entró en vigor en 1935), la esperanza de vida de los trabajadores era muy inferior a la actual. En los 60 y en Europa, por ejemplo, estaba situada en los 67,4 años en la UE-15, lo mismo que en España. Pero los españolitos que han nacido este 2008 pueden esperar vivir 77,4, dos años más los que nacerán en 2020, 82,3 los de 2040 y casi 85 años los que vengan al mundo en 2060, todo esto como media, claro. (Eurostat, UROPO2008, escenario de convergencia).

De modo que, a la postre, toda esta historia del retraso de la edad de jubilación puede ser presentado meramente como una adaptación de los viejos cálculos que hicieron el siglo pasado políticos astutos, que prometieron cosas que se materializaban en tiempos muy problemáticos para sus destinatarios. Como ahora la gente dura más, tampoco se trata de que expriman la ubre del Estado más allá del menor tiempo posible. ¿No?.


ESPERANZA DE VIDA Y AÑOS EN BUENAS CONDICIONES DE SALUD
(A los 50 años de edad)
HOMBRES MUJERES
Esperanza Años  Esperanza Años 
de vida saludables de vida saludables
Dinamarca 28.3 23.64Dinamarca 31.94 24.12
Malta 29.07 21.68 Malta 32.74 22.58
Italia 30.37 20.63 Italia 35.31 20.86
Suecia 30.28 20.22 Grecia 33.02 20.81
Holanda 29.14 20.21 Reino Unido 32.69 20.78
Grecia 29.43 19.78 Holanda 33.28 20.4
Reino Unido 29.46 19.74 Suecia 34.05 20.31
España 29.48 19.16 Irlanda 33.24 20.17
Irlanda 29.5 18.91 Polonia 31.23 20.16
Belgica 28.67 18.42 Francia 35.37 19.74
Francia 29.57 18.01 Belgica 33.39 18.66
Luxemburgo 28.78 17.99 España 35.02 18.62
Polonia 24.62 16.48 Luxemburgo 30.6 18.16
Chipre 29.52 15.92 Eslovenia 32.44 17.25
Eslovenia 26.81 15.34 República Checa 30.72 16.26
Portugal 28.12 14.9 Austria 30.7 15.66
República Checa 25.61 14.77 Finlandia 34.15 13.87
Austria 29.08 14.53 Chipre 32.86 13.71
Alemania 28.96 13.56 Alemania 33.41 13.55
Finlandia 28.48 12.86 Eslovaquia 29.96 13.07
Eslovaquia 23.68 12.28 Letonia 29.32 12.74
Lituania 21.74 11.49 Portugal 32.92 12.67
Letonia 21.31 11.02 Lituania 29.9 11.86
Hungría 22.72 10.78 Hungría 29.4 11.39
Estonia 22.42 9.05 Estonia 30.52 10.42
FUENTE: THE LANCET- EHEMU


El informe del The Lancet lo pueden encontrar en el sitio web www.thelancet.com Fue publicado el 17 de noviembre de 2008 y son sus autores Carol Jagger, Clare Gillies, Francesco Moscone, Emmanuelle Cambois, Herman Van Oyen, Wilma Nusselder, Jean-Marie Robine, además del EHLEIS team

miércoles, 15 de febrero de 2012

Los españoles nos comemos el ahorro para capear la crisis

Y de entre los principales países europeos, somos los únicos en hacerlo



La crisis está haciendo estragos en Europa, eso ya lo sabemos, pero la procesión va por barrios y en todas partes no cuecen las mismas habas. Ese es, por ejemplo, el caso del ahorro: España es, de los grandes países europeos, (Bélgica incluida aunque no reúna esa condición), el único en el que el incremento de los ingresos nominales de las familias se ha quedado por detrás de la inflación en 2011, lo que quiere decir, lisa y llanamente, que los españoles han perdido poder adquisitivo este año pasado, frente a sus compañeros de viaje europeos de Alemania, Francia, Italia, el Reino Unido o Bélgica. Lo dice una asociación francesa, el Observatoire de L’Epargne Européenne, que publica análisis muy documentados sobre los comportamientos de los ahorradores en ciertos países clave, y que acaba de hacer público su Tableau de Bord número 21, que cubre el segundo semestre de 2011.

Dice el OEE que de los seis países analizados (los más arriba citados) uno, España, se distingue de la media europea, porque en él, "las familias ven bajar su poder de compra y se encuentran ahora en fase de ‘desacumulación’ financiera”, lo que quiere decir que los españoles nos estamos comiendo los ahorros para capear la crisis; retiramos más dinero ahorrado que el que le asignamos. Y somos los únicos en hacerlo, de entre los países analizados en el trabajo sobre el que se basa este “post”.

En España, el índice de ahorro de las familias (el ahorro bruto expresado en porcentaje de los ingresos brutos disponibles ajustados), ha ido cayendo desde el 14,5% del tercer trimestre de 2010 hasta el 11,9% que se registraba en ese mismo periodo, pero un año después. “El índice de depósitos financieros aumentó durante el segundo trimestre de 2011 en Francia y en el Reino Unido, mientras que descendió en Alemania, en Italia y en España. Devino incluso negativo en este último país, lo que constituye un fenómeno excepcional pues la conversión a liquidez del ahorro financiero de las familias españolas superó a los nuevos depósitos”, dice el informe que revela, además, que salvo en Italia y en Bélgica, las inversiones directas de los europeos en el mercado obligatario son más restringidas que antes de la debacle financiera actual. A pesar de ello, “la crisis de la deuda no ha suscitado movimientos desestabilizadores” (en el ahorro privado europeo).
  
Ya saben ustedes que Irlanda es, con Grecia y Portugal, el trío de países miembros de la Eurozona que se encuentran sometidos a supervisión financiera por parte de la UE y del FMI. Pero hete aquí que los irlandeses, que no están contemplados en la parte del informe que les comento dedicada específicamente al ahorro familiar, están captando recursos financieros a tope, al igual que Suiza, en detrimento de Francia y de Luxemburgo, que son las dos plazas principales europeas de domiciliación de fondos de inversión. La participación del Reino Unido en este mercado ha bajado, dice el informe, debido a su fuerte exposición a la renta variable.

Les traigo estos datos a mi Blog porque no los he visto publicados estos días en España y me parecen interesantes. Revelan un comportamiento de los españoles sospechado pero no cuantificado públicamente hasta la fecha, esto es que las familias españolas se están comiendo los ahorros para sobrevivir en estos duros tiempos, y que entre nuestros socios europeos principales, el caso no se suscita.

Desearía poderles “colgar” el estudio completo, pero el copyright del OEE no me lo permite. Por si les interesa, les diré que la suscripción sale por 3.000 euros al año, o 900 sólo el último informe.

lunes, 13 de febrero de 2012

Método comunitario

¿Comunitario frente a intergubernamental? No según Merkel

José Manuel  Durao Barroso se ha reunido esta semana con Jacques Delors, una leyenda andante de lo que se denomina “la construcción europea”, en el vigésimo aniversario del Tratado de Maastricht. 

La ocasión le ha valido a Barroso, un presidente contestado bajo cuyo mandato la Comisión está siendo relegada a la condición de mero "secretariado de lujo” de la UE, para manifestar que “sólo juntos, con una soberanía compartida, y respetando el método comunitario en un trabajo en cooperación, las instituciones europeas y los Estados miembros podrán hacer avanzar nuestros objetivos, - objetivos a los cuales Jacques Delors aportó una gran contribución cuando era Presidente de la Comisión”.

Les confieso a ustedes que para entender el párrafo precedente, he tenido que echar mano de toda mi experiencia en la interpretación de mensajes crípticos. “Soberanía compartida” no es incompatible con “método comunitario” pero lo de “trabajo en cooperación” y la referencia a las “instituciones europeas” y a los “Estados miembros” introduce variables aparentemente contradictorias. Porque lo del “método comunitario” suele ser la antítesis de lo intergubernamental y Barroso lo ha puesto todo junto.

La Comisión europea es un valor menguante en los quehaceres comunitarios. Es verdad que, sin ella, las cosas no saldrían adelante porque lo que se suele denominar -no del todo ajustadamente- "el Ejecutivo de la UE" sigue detentando la “capacidad de iniciativa” legislativa de la Europa comunitaria, es decir, que es ella la que, principalmente, determina la agenda legislativa, aquello sobre lo que luego debaten el Consejo y el Parlamento europeo, sobre la base de propuestas que ella misma elabora.

Un reciente informe de un grupo de reflexión, Notre Europe, que fundó precisamente Jacques Delors y del que sigue siendo presidente, acaba de decir, en un trabajo que firman  Paolo Ponzano, Constanza Hermanin y Daniela Corona, y que lleva por título "The Power of Initiative of the European Commission: A Progressive Erosion?": "el ejercicio (del poder de iniciativa legislativa) por parte de la Comisión no ha cambiado formalmente  (...) pero, en la práctica, se ha visto progresivamente erosionado por la expansión y la normalización del procedimiento de codecisión” (en el que el Parlamento europeo actúa como órgano colegislador con plenitud de derechos).

Insisten Ponzano, Hermanin y Corona, atribuyendo a “la práctica de negociaciones directas entre el Parlamento europeo y el Consejo”, desde los primeros estadios del proceso de codecisión una menor capacidad de la Comisión a la hora de definir el contenido de las propuestas legislativas, o incluso su “grado de ambición”, que se vería muchas veces subordinado al mero seguimiento de las “conclusiones” del Consejo Europeo.

Esta situación no responde ni a la casualidad, ni al talante de Barroso, que no es un estratega pero tampoco es que le falte nervio. Los cambios institucionales promovidos incesantemente en las estructuras europeas desde hace ahora 20 años, cuando se aprobó el Tratado de Maastricht, han ido socavando el protagonismo de la Comisión, hasta los extremos actuales, de acuerdo con una filosofía de la construcción europea que Angela Merkel resumió muy precisamente en el Colegio Europa, de Brujas, en su discurso de apertura del curso 2010-2011: “No es sólo el Parlamento el que delibera sobre la legislación (europea), sino también el Consejo. Luego el Consejo forma parte del proceso legislativo europeo y está compuesto por representantes de los Estados miembros, así como de la Comisión”

La canciller alemana decía, ante un auditorio académico pero también institucional, sentirse “escéptica” sobre la tesis de quienes manifiestan defender el método comunitario. “Me pregunto, decía con cierta ironía, si los diputados del Parlamento y los miembros de la Comisión no se consideran como los únicos y verdaderos ‘campeones’ del método comunitario”, para recordar, inmediatamente después, que las instituciones europeas comunes son competentes exclusivamente en cuestiones de soberanía compartida, y no en el resto.

Barroso, en su intervención de esta semana, ha evidenciado mejor que nadie la poquedad de la institución que preside. Ha dicho lo mismo que Merkel, pero confusamente.

Quienes en España reclaman estos días el “retorno al método comunitario” para combatir el protagonismo de Merkozy, harían bien en leerle a Merkel. Porque, irónicamente, la canciller es un personaje pro europeo.


Los documentos a los que más arriba me refiero están aquí
http://www.scribd.com/doc/81482956
y aquí
http://www.scribd.com/doc/81482967

miércoles, 1 de febrero de 2012

Chupópteros

Eko Stahl
Estamos asistiendo a una simplificación de mensajes en la vida pública demasiado gruesa, a mi entender. “No podemos gastar lo que no tenemos”, “endeudarse es hipotecar el futuro de nuestros hijos”, y así. Son enunciados, estos, con los que es difícil no estar de acuerdo y contienen una carga notable de sentido común.


El problema estriba en la radicalidad de estas formulaciones y en su instrumentación política y social, como si fueran axiomas de la nueva modernidad. Y eso no es así. Al menos, no del todo.

En Europa llevamos demasiado tiempo con el chu-chu ese de aligerar el Estado que no nos podemos pagar. Es verdad que si un Estado se endeuda para hacer frente a los gastos corrientes, (para pagar sueldos de funcionarios o las pensiones, por ejemplo), es que algo falla, porque las estructuras del Estado tienen que crear las condiciones para que el entorno al que sirven las financie. Si no, sobran. Devienen en chupópteros.

Pero todos los extremos son malos y suelen basarse en mentiras, grandes y pequeñas. Estos meses, por ejemplo, Alemania nos exige a todos una austeridad acorde con los compromisos asumidos –y vulnerados durante la crisis- cuando decidimos adoptar la moneda única, el euro. La Alemania que nos reclama honrar nuestros compromisos, la que se está convirtiendo en la verdadera y única líder de la UE después de empequeñecer a Francia, se encuentra en una posición económica envidiable: balanza por cuenta corriente largamente excedentaria, bajo déficit público, deuda alta (82,6%) pero en descenso, paro del 6%...

Alemania disfruta de esta excelente situación económica porque ha hecho grandes esfuerzos para mejorar su competitividad, con contenciones salariales importantes y racionalización de producciones. Pero también porque el euro le ha ayudado mucho; es, de largo, el socio de la Eurozona que más se beneficia de la moneda única. La estabilidad monetaria le ha garantizado a Berlín condiciones muy ventajosas a sus exportaciones y Alemania, gracias al Mercado Interior, tiene una sólida estructura industrial que fabrica casi de todo, y bueno. Con el euro vende lo que fabrica. Si China es la fábrica del mundo, Alemania lo es de Europa, con algunas salvedades en el Reino Unido, en Francia, en el norte de Italia y en un par de regiones españolas. El marco alemán, en solitario, no hubiera podido soportar las tensiones monetarias derivadas de su éxito y se habría revalorizado inevitablemente estos años atrás, encareciendo sus exportaciones y recortando su prosperidad. En contrapartida, los países del sur europeo habrían visto a sus divisas perder valor, como consecuencia de la crisis financiera, luego habrían recuperado competitividad. Exactamente la que no pueden obtener en el euro, a través de la socorrida fórmula de la devaluación.

A la hora de considerar el peso industrial de Alemania, no conviene perder la perspectiva que nos ofrece este último cuarto de siglo, en el que los intereses de la potencia industrial española se ha enfrentado múltiples veces con las de sus socios comunitarios en los Consejos de ministros de la UE. Me vienen a la memoria las ocasiones sin cuento en las que los representantes alemanes han apabullado a sus homólogos europeos con exigencias concebidas para poner las cosas difíciles a los demás y fáciles a ellos (por ejemplo, la imposición de estándares innecesarios, excesivamente altos, sólo porque la industria alemana era capaz de satisfacerlos) o las actuaciones fulminantes contra las ayudas de Estado. En febrero de 1993, por ejemplo, la industria siderúrgica alemana lanzó un ataque en toda regla contra las subvenciones programadas para los aceristas españoles e italianos. Era cuando la UE intentaba rediseñar el sector siderúrgico europeo, después de la gran reestructuración de los 80, el cacareado Plan Davignon. La Federacciai italiana les afeó a los alemanes sus críticas a las ayudas de reestructuración reclamadas por ellos y por los españoles, recordando que la siderurgia germana Klöckner había entrado en suspensión de pagos en diciembre pero continuaba operando y que Eko Stahl, en la ex-RDA, tampoco cerraba, a pesar de ser manifiestamente ruinosa.

Hunosa, en fin. La minería española del carbón subsiste, única y exclusivamente, por las ayudas que le da el Estado español. Esas subvenciones serían imposibles de mantener si Alemania no tuviera un problema político similar con sus minas. Berlín presiona y Bruselas va prolongando el régimen español (y el alemán, de paso) de ayudas de Estado a la minería del carbón.

O sea que el euro le viene bien a Alemania para vender todo lo que su patrimonio industrial, preservado con no pocas trampas (otro día hablamos de Volkswagen) le permite. Y  la Germania de Merkel se encuentra aún en mejor condición para vender porque sus convecinos, gracias precisamente al euro (y también a las torpezas cometidas por ellos, entre otras en la mala protección del patrimonio industrial y en su multiplicación) no son competitivos. Tienen que pasar por las Horcas Caudinas de la virtud presupuestaria.

Pero no conviene olvidar que Alemania (y Francia) hicieron trampa cuando sus malas prácticas estaban a punto de hacerles atravesar ese estrecho desfiladero. En noviembre de 2003 construyeron una mayoría en el Consejo para desbaratar las recomendaciones de la Comisión europea, que los ponía a un paso de las sanciones por incumplimiento de las obligaciones de rigor presupuestario establecidas por el Pacto de Estabilidad y su sacralizado 3% de déficit fiscal. El que ahora, esa misma Alemania nos fuerza a a alcanzar, aún a costa de enormes esfuerzos políticos y sociales. Le he oído a Schauble, el duro ministro germano de Finanzas, reconocer ahora que lo de 2003 “fue un error”. ¡A buenas horas, mangas verdes!

El motivo de esta entrada en mi Blog no es denunciar la falsedad de las verdades pretendidamente originales, de los axiomas irrefutables. Me gustaría, simplemente, que nuestros representantes tuvieran un poco más de vergüenza; que no acuñaran mensajes estúpidos, como aquel de “vamos a devolver a España al corazón de Europa”, porque Europa no tiene corazón, sino intereses. De la misma manera, eso del “compromiso inexcusable con el rigor” tiene que ser matizado, porque quienes lo demandan tampoco lo cumplen. Sylvain Broyer, de Natixis, declaraba el 19 de noviembre pasado a Le Monde: “El déficit alemán está vergonzosamente trucado. Tras la crisis de 2008, Berlín apeló a una táctica legal, pero poco ética, para contabilizar las decenas de millares de euros desembolsados (u ofrecidos en garantías) a fin de relanzar la economía y salvar a su sector financiero. Ese dinero fue depositado en un fondo especial, el Sondervermögen, que hizo subir la deuda pero que no fue tomado en consideración a la hora de calcular el déficit fiscal. Sin esa astucia, el déficit alemán en 2009 un hubiera sido del 3,2% sino del  5,1%”.

Alemania  no puede mantener mucho tiempo más el engaño. Está bien ayudar a corregir tendencias negativas en la Eurozona; para forzarlas incluso. Pero aquí se aplica también aquello de que “el primero que esté libre de culpa, que tire la primera piedra” y Alemania ha tirado ya demasiadas sin tener la justificación  de un Tratado de Versalles vejatorio que le permita considerar que puede tensar la cuerda ad libitum. Se convertiría en lotófaga, que es una versión antigua de los chupópteros del presente.

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