Real Time Web Analytics Bruselas10: junio 2012

martes, 26 de junio de 2012

Intolerancia islámica

Una joven belga que vestía un mini short ha sido objeto de una interpelación abusiva por dos adultos que hablaban en árabe, cuando viajaba a bordo de un Metro de la capital comunitaria, en una línea troncal.

El hecho ha acaecido, hoy, a medio día. La joven viajaba sentada cuando uno de los adultos se le ha encarado, reprochándole lo ligero de su indumentaria. "¡Luego pasa lo que pasa!", le ha dicho el sujeto a la chica, a la que ha exigido que se pusiera de pie. Ella no ha atendido la reclamación del tipo, y ha continuado sentada.

El momento ha sido muy desagradable; para la joven y para el conjunto del pasaje. Los gritos del fanático se han oído en todo el vagón.

El incidente ha tenido lugar cuando el convoy circulaba por el subsuelo de una zona céntrica de la capital, en las inmediaciones de Merode, junto al monumento que conmemora el cincuentenario de la independencia de Bélgica.

En algunos países árabes regidos por la sharia, a las mujeres que muestran sus tobillos por la calle la policía religiosa se los fustiga con varas. Los energúmenos del metro de hoy todavía no se atreven a portar palos para varear a las mujeres occidentales que enseñen más piel que la que ellos consideran soportable.

Hace pocos días, en una comuna (ayuntamiento) de la capital, en la que la comunidad musulmana es abundante, Moelenbeek, un grupo islamista radical, Sharia4Belgium, lideró fuertes altercados callejeros. Su líder, Fouad Belkacem, un sujeto con un largo historial de delincuencia que ha abrazado la ortodoxia sunita manifestó que "las mujeres occidentales, u 'occidentalizadas', no son dignas de respeto".

Sharia4Belgium se inspira en la misma intransigencia de Sharia4UK, prohibida en el Reino Unido.






 

lunes, 25 de junio de 2012

Los tiempos gallegos de Don Mariano




En sus primeros tanteos internacionales, Mariano Rajoy está dando muestras sobradas de que no le gusta ser zarandeado. En general, todos los políticos que en Europa acceden al poder llegan a Bruselas con un considerable desconocimiento de la dinámica comunitaria y de los ritmos internacionales. Le pasó a Sarkozy, un presidente francés demasiado hexagonal en sus inicios, y hasta a Merkel, aunque lo hayamos olvidado. Rajoy creía, pero se equivocaba, que su adscripción ideológica a la familia conservadora, mayoritaria en las instancias del poder comunitario, y la voluntad firme de su gobierno por acometer las reformas que la UE le reclamaba en la economía y las estructuras nacionales obsoletas, le granjearían las simpatías inmediatas de sus pares en el Consejo Europeo. Le ha costado darse cuenta de que su presunción era errónea; que en la esfera internacional no cuentan las promesas, sino los resultados y que la sola voluntad de hacer por parte de un dirigente no restaura la confianza perdida en un país.

A España, en el exterior, se la ve mal. No debería extrañarnos: somos un país que, con Zapatero, ocultó dos puntos y medio de déficit público, acrecentados, además, en cuatro extemporáneas décimas más por las políticas del actual Gobierno (los pagos a proveedores) y al que un sector significativo de su sistema financiero, una parte de sus muy veteranas Cajas de Ahorros, se le ha venido abajo por los disparates de la clase política en la disposición de recursos para proyectos a cada cual más delirante y todos ellos relucientes por la grasilla de la corrupción. Es verdad que se están haciendo cosas para corregir la situación pero todavía no hay resultados. Y esos, los resultados, son los que cuentan. También Papandreu, cuando era primer ministro de Grecia, venía a Bruselas a pedir ayuda y aseguraba que no se escatimarían esfuerzos para poner en orden las cuentas de su país. Hoy es el día en que no se han acometido todavía la mayor parte de las privatizaciones comprometidas por Atenas para acopiar liquidez. No es difícil imaginar que en esos nichos de riqueza pública campan a sus anchas los cachorros de la clase política y sindical que ha llevado a la ruina al país y que los poderosos (y ricos) no quieren abandonar sus canonjías. Que paguen los demás.

A Rajoy, las circunstancias le han hecho caerse del guindo de la peor manera posible: saltando de avión en avión y con los foros políticos y económicos del planeta señalando a su país como el nuevo enfermo de Europa. Su reacción ha sido de autoafirmación: «A mí nadie me pone a marcar el paso», parece haberse dicho el presidente español, que se ciñe a su agenda y a sus composiciones de lugar en una situación que no se esperaba y que reviste una gran complejidad. Su determinación por reservarse la autonomía para cifrar la cuantía del rescate (perdón, del crédito preferencial) a las Cajas arruinadas, una vez conocidos los resultados de las auditorías realizadas por Oliver Wyman y Roland Berger, y sabida ya la estimación del FMI, constituye una evidencia palpable de que el personaje no quiere verse avasallado. En puridad, es correcto que lo haga: él es quien tiene los datos sobre las necesidades reales y a quien le corresponde la responsabilidad de decidir, de escoger entre las diferentes opciones, todas las cuales entrañan una apuesta política diferente y cuyas consecuencias tendrán que depurar nuestros riñones fiscales, y aún los de nuestros hijos.

De esta misma tozudez hizo gala el personaje ya el pasado enero, cuando el Consejo Europeo y la Comisión le reclamaban el anteproyecto de presupuestos y él se negó a facilitarlo por las causas ya sabidas. Menos hipocresías: nadie pierde en un cantón electoral a beneficio de los intereses europeos. Ni siquiera Merkel.

Se ha hablado mucho de la astucia gallega de Rajoy. En Bruselas se la reconocen pero hay dudas aquí de que ese recurso suyo sirva para gestionar la difícil circunstancia de España en la esfera internacional o, en cualquier caso, para hablar al Consejo Europeo en la clave apropiada. Los tiempos de Rajoy están situando el rescate (perdón, el crédito preferencial) de las Cajas en un momento internacional más favorable a los intereses españoles (compromiso europeo de relanzamiento económico tras las presiones de Obama en el G20, formación de un nuevo gobierno heleno pro-euro, alternancia política en Francia con un nuevo presidente en el Elíseo menos amigo de la austeridad a secas que su predecesor), pero a un costo para los demás no desdeñable pues el euro acusa todas estas dudas. Se cambia bajo frente al dólar y los mercados monetarios encuentran más motivos para desconfiar de Europa en su conjunto. Y, en fin, las compras en dólares de hidrocarburos también se encarecen aunque el tipo de cambio del euro abarate las exportaciones y ayude a recomponer nuestra maltrecha balanza comercial.

El momento es extremadamente delicado. Rajoy se juega el salto, en su consideración internacional, de teniente de alcalde a estadista. Los demás arriesgamos hasta la dentadura.

lunes, 11 de junio de 2012

¿Cuánto nos va a costar esto?



La hijuela. En dinero, en credibilidad, en prestigio.

En febrero de 1993, "The Economist" se preguntaba si la entonces inminente reunión de los ministros de Finanzas y de los gobernadores centrales de los países miembros del G-7 no iba a registrar la petición de entrada de España en el exclusivo club de las economías más poderosas del planeta. Citaba, para justificar su suposición, que el PIB canadiense señalado para 1992 por la OCDE ascendía a 567.000 millones de dólares, por detrás de los 585.000 del español y se permitía recordar cómo, en 1987, Italia había superado el PIB británico contabilizando un 18% de su economía sumergida (qué cosas se pueden llegar a hacer, ¿eh?), y que el entonces G-5 pasó a convertirse en G-7 para ahorrarle a Londres la humillación de verse arrojado a la cuneta.

El diferencial de PIB entre España y Canadá sigue manteniéndose, 1,47 billones de dólares para España en 2010 y 1,33 para Canadá, a falta de la estadística canadiense de 2011, pero nadie habla ya de que nuestro país reivindique un "sorpasso" a la italiana sobre esa economía norteamericana. ¿Por qué? Pues porque éramos un país con muchas dificultades económicas, y ahora tenemos a una parte de nuestro sistema financiero enchufada a un catéter por el que nos suministran auxilio económico desde el exterior. Es decir, que no hemos sido capaces de resolver nuestros propios problemas y que los demás han tenido que venir a ayudarnos.

La parte de nuestra banca que ha necesitado ser rescatada con el dinero de los impuestos de otros ciudadanos europeos es la que ha estado más expuesta a las decisiones de representantes políticos con una visión estrecha de la realidad (sus respectivos ámbitos de responsabilidad geográfica) y del corto plazo (el de la reelección) estas últimas décadas: una parte del sistema de cajas de ahorro, en cuyos consejos de administración han tenido silla, y muy bien remunerada, representantes de las formaciones políticas con mando en plaza y aún sin él.

Contrariamente a otros comentaristas, yo no considero que las sucesivas generaciones de políticos autonómicos y locales, en cuyos territorios se fraguaron los socavones financieros ahora aflorados, sean culpables de otra cosa que de estupidez y cortedad de miras. Es verdad que ha habido fraudes, corruptelas sin cuento y otras vergüenzas dolorosas, pero el negocio de la construcción era el lubricante que las administraciones locales necesitaban para funcionar, y lo han utilizado profusamente; mejor o peor, pero a manos llenas.

El problema viene de otro lado: de la total ausencia de corrección de derivas perniciosas por parte de quienes tenían que señalarlas, es decir, la Administración central del Estado y el Banco de España. El Gobierno del Estado -los sucesivos gobiernos que el Estado ha tenido en estos años de democracia y aún antes- han sufrido de la misma cortedad de miras que las corporaciones regionales y locales. Porque la construcción y el crédito que la hacía posible era una de las principales fuentes de riqueza del Estado. Y matar a la gallina de los huevos de oro era, cuando menos, arriesgado y siempre problemático.

¿Pero el Banco de España? El comunicado del Fondo Monetario Internacional emitido en la madrugada del sábado asegura que los organismos supervisores nacionales, el BdE entre ellos, «cuentan con un personal sumamente experimentado y respetado, respaldado por buenos sistemas de información». Pero, continúa, «en los últimos años, el enfoque gradual aplicado a la adopción de medidas correctivas les permitió a los bancos débiles continuar operando en detrimento de la estabilidad financiera».

En otras palabras, que el BdE ha dejado hacer.

Una de las condiciones básicas de la Unión Monetaria Europea es la independencia de los bancos centrales de los países que la integran. España asumió este requisito cuando se adhirió al euro. Miguel Ángel Fernández Ordóñez, nombrado para el cargo en 2006 por José Luis Rodríguez Zapatero, no tenía ni el perfil ni el prestigio que la institución demandaba. A estas alturas de la película, está bastante claro que las labores de supervisión que el BdE debía haber llevado a cabo no han sido diligenciadas con el rigor exigible. De ahí que vayan a ser entidades extranjeras las que emitan un veredicto final sobre la situación de nuestro sector financiero, pues ni nuestros socios comunitarios, ni los mercados, se creen las que les proporcionamos.

Triste corolario para el país que propuso al Consejo Europeo la realización de los primeros test de resistencia bancaria, al considerar a su sistema como el más sólido del continente.

En el G-7 no se está para figurar. Mis amigos me cuentan que cuando los fotógrafos terminan su labor y se cierran las puertas, empiezan a pedirte dinero: que si 400 millones para Sudán, que si 700 para un fondo de apoyo a Latinoamérica, y así. ¿Y cómo un país que no es capaz de taponar los agujeros de una parte de su sistema financiero podría sentarse para hacer otras cosas que la foto de sus dirigentes?

Europa, dando una vez más muestras de solidaridad, nos vuelve a sacar las castañas del fuego, pero que nuestros dirigentes tengan claro que la próxima negociación de las Perspectivas Financieras acusará estas debilidades y que pasarán muchos años antes de que se nos vuelva a tomar en serio en los círculos internacionales de poder.


Real Time Analytics