Real Time Web Analytics Bruselas10: octubre 2013

miércoles, 30 de octubre de 2013

Propuesta de cuotas pesqueras para 2014

La Comisión europea ha hecho pública hoy su propuesta de TAC y cuotas pesqueras para 2014. Destacan en ella, por lo que concierne a España, fuertes incrementos en los derechos de pesca de merluza, gallo (en parte del 'stock' norte, en otras hay descensos) y del 'stock' sur y caídas del chicharro en aguas de la UE.

Siguiendo con las prácticas de años precedentes, les incluyo aquí un cuadro con las principales cifras y los porcentajes resultantes. Antes de la negociación de diciembre, me propongo publicar otro con los totales.

(Clickando sobre la tabla se amplía. La versión pdf está aquí: http://www.scribd.com/doc/180185789/Espana-TAC-CUOTAs-2014-pdf)


lunes, 28 de octubre de 2013

Entrevista al Director General de Energía de la UE

Mi "post" sobre el fracaso de la liberalización energética en la UE ha tenido una acogida notable, lo que evidencia la preocupación que el tema despierta en la opinión pública. Por eso, me permito ofrecerles la entrevista que, sobre este tema, realicé recientemente al Director General de Energía de la Comisión europea, Philip Lowe y que apareció publicada en la revista "Entrelíneas" de Red Eléctrica Española. Está aquí:

http://www.revistaentrelineas.es/29/entrevistas/philip-lowe

sábado, 26 de octubre de 2013

Grandilocuencias ruinosas



Una de las mayores grandilocuencias de la década de los 90, con las que los dirigentes del país nos regalaban el oído a los españoles, fue aquella de que la liberalización de la energía iba a resultar beneficiosa para el consumidor, pues la competencia haría bajar los precios.
Después, en los años 2000, los políticos cambiaron de martingala y comenzaron a cantar la excelencia de la energía verde y de las renovables para «descarbonizar» (eliminar los residuos de carbono) a la economía europea y quebrar la tendencia ascendente de la dependencia del exterior para la generación de electricidad. La energía producida por los molinos de viento, el sol o las mareas iba a ser necesariamente barata. Incluso una cumbre europea, la de marzo de 2007, consagró aquel canon mágico de los tres veintes por ciento: un 20% de generación de energía en Europa a partir de fuentes renovables, otro 20% de ahorros en consumos mediante medidas de eficiencia energética y un 20% de reducción de vertidos de gases causantes del «efecto invernadero», todo ello en el horizonte de 2020.
Nadie, ni en los 90 ni en los 2000, se atrevió a aventurar que estos objetivos estratégicos podrían tener un costo, y mucho menos abultado, pero no cabe ninguna duda ya de que la operación ha sido ruinosa para los bolsillos de los ciudadanos, los cuales, además, no han llegado a disfrutar de ninguna de las ventajas prometidas: los precios máximos de los derivados del petróleo desaparecieron y los consumidores españoles quedamos a merced de los abusos de las grandes corporaciones petrolíferas y de los mercados financieros. Y como el Gobierno nada o poco puede contra estos o aquellas, ha optado por ignorarlas: el IPC, en el que el precio de la energía tiene una influencia acusada, no es ya el referente para la revalorización de las pensiones, ni para los sueldos. Y para qué hablar de la electricidad, cuya rampante tarifa está estrangulando los esfuerzos de competitividad del menguante tejido industrial del país, además de asfixiar aún más a la tambaleante economía de las familias. Para defender su reforma, la de julio, el Gobierno viene a decir que no hacer nada hubiera sido mucho peor para todos. Algunos no compartimos ni sus estimaciones ni la orientación de su esfuerzo legislativo, que no ha profundizado en el factor central pendiente de clarificación: los costos imputados por los grandes del sector a la energía que facturan.
Estos días nos encontramos a las puertas de un cambio de estrategia. No es que Bruselas se prepare para arrinconar el canon del «triple 20», que figura ahí, escrito en bronce en el frontispicio de los desiderata europeos, pero sí está considerando cambios de énfasis, vamos a llamarlos así, en la política energética europea, que pondría más en valor las necesidades de los mercados y de la eficiencia energética que hasta ahora.
Lo saben bien las grandes eléctricas europeas, que han desembarcado en tromba en las instituciones comunitarias para defender la tesis de que la energía barata pasa por el abandono de la promoción de nuevas tecnologías que ya han alcanzado la madurez (eólica, solar) y por el apoyo financiero a otras maneras de generar electricidad, cuyo desarrollo es incipiente y que no pueden subsistir en un mercado de contratación ordinaria.
El comisario Oettinger, (Energía) se ha comprometido a dar respuesta a las demandas que, en este sentido, le formularon los grandes del sector el pasado día 11, algunas de las cuales considera «justas».
Pero la Comisión, que reconoce en pasillos la necesidad de compensar de alguna manera a las empresas que mantienen una capacidad de generación suficiente para hacer frente a las necesidades del mercado cuando fallan el viento o el sol (lo que llaman «energía de backup», en España ya reciben primas por ello), tampoco está muy interesada en mantener un statu quo que beneficia única y exclusivamente a los grandes generadores de energía, que configuran en Europa un oligopolio de facto. De aquí a finales de año habrá propuestas comunitarias para compensar económicamente a quienes disponen de estas grandes fuentes de generación, pero la remuneración de capacidades no es la única fórmula que considera la Comisión: se barajan también la integración de mercados y la ampliación de plazo de los contratos de suministro, para acomodar mejor la oferta de energía procedente de fuentes diversas.
Esperemos que el sector no encuentre en la nueva regulación motivos de agravio que le lleven a exigir al Gobierno nuevas compensaciones, vía tarifa. Sería el colmo.

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